04 noviembre 2009

Lectura: Segunda de tres partes

En la escuela moderna, la formación de lectores ha sido descuidada porque se ha supuesto que ser lector es una consecuencia necesaria de haber sido alfabetizado. Los buenos lectores son un factor importante para el desarrollo del país; constituyen un componente básico de su capital humano, y según Margarita Zorrilla Fierro (Conocimientos y aptitudes para la vida, OCDE, Resultados de PISA 2000), tienen más probabilidades de mejorar el acervo de talento de su país, vital en las economías basadas en el conocimiento, que concentra riqueza y poder, mientras los países receptores de tecnología son permanentemente explotados.

Y aunque muchos autores piensan que la práctica de la lectura se hereda y por lo tanto los lectores se forman en el hogar, hay quienes creen que puede aprovecharse una mayor oportunidad para formar una población masiva de lectores en la escuela, que idealmente incluiría su propia biblioteca. Dice Margarita Zorrilla que la educación pública debe proporcionar al niño que no nace privilegiado, el ambiente de cultura y saber.

Según Felipe Garrido, la lectura útil no forma lectores. Los lectores se forman cuando descubren la lectura por placer: la recompensa mayor de leer es la lectura misma. Un niño puede estar interesado en las piedras, los animales y las plantas, lo mismo que en la astronomía o la historia… y a la vez, aprender a disfrutar los cuentos y novelas. Puede ser que sea el camino del equilibrio entre las ciencias y las artes como campos complementarios.

No da lo mismo leer cualquier cosa, nos dice Garrido, comparando El libro vaquero con Pedro Páramo, ya que hay mas ideas y personajes mejor construídos en la gran literatura que en la literatura chatarra. Pero entre quien lee diarios y revistas elementales, y quien no lee nada por voluntad propia hay un abismo. Por otra parte hay quienes se inician con lecturas sencillas y avanzan hacia las de más calidad.

Sería bueno que los maestros consideren la lectura por placer como una actividad escolar importante para garantizar que los beneficios de la lectura no queden limitados a cierto tipo de escuelas. Dice José Emilio Pacheco: “Si los libros quedan en manos de una minoría que a partir de ellos ejercerá sin límites su poder, el mundo se volverá un lugar mucho más siniestro de lo que es ahora.” (La lectura como placer, México 1994)

Para formar un hábito o una destreza, nos dice Garrido, hay que practicar. Incluso antes de que los niños vayan a la escuela se les puede acercar a libros y revistas iluminados y llamativos, y leerles historias adecuadas a sus intereses, tomando en cuenta que los niños muy pequeños se concentran brevemente. Porque a fin de cuentas el problema de lectura no son los analfabetos, sino los escolares que no llegan a ser lectores; los universitarios que jamás descubrieron el placer de leer: analfabetos funcionales.

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